martes, septiembre 12, 2006

De ofendidos y ofensores...

Hola a todos.
Uno ya no sabe si reírse cuando lee un periódico o echarse a temblar. ¡A donde vamos a llegar! Resulta que, como todos sabemos Madonna está de gira mundial. En su espectáculo, hay un momento donde se crucifica con una cruz de lucecitas. Todo muy postmoderno. Da gusto verla, a su edad, tan atractiva y tan luchadora como siempre. Y tan polémica. Porque ¿Os acordáis de todo el rollo de las caricaturas de Mahoma? Pues ahora son los cristianos ortodoxos y los católicos, los que se sienten ofendidos.
Volvemos al rollo de siempre. Los ofendidos. Que son incapaces de entender que alguien pueda expresar lo que quiera. Que no les vale –en este caso- con no ir al concierto sino que no quieren dejar que nadie pueda disfrutarlo.
El hecho de que Madonna haga ignominia del cristianismo en su show no les da a los cristianos ningún derecho a reclamar nada. Es un producto que se saca a la venta para el que lo quiera. Si no te gusta, no lo compras. Así de sencillo. ¿Por qué hay que privar a los fans de la cantante americana a que vean actuar a su estrella como les de la gana? ¿Y que más les da que lo haga o no?
Pero una vez más, hay un colectivo de picajosos ofendidos hijos de la gran puta que se creen con derecho a todo. Que les gusta la libertad de expresión según el día y que dicen que se puede ejercer sin ofender a nadie. Quieren pisotear a otros ¿Y si lo que yo quiero decir es ofensivo QUE PASA? ¿Pierdo mi derecho a expresarme libremente? Y lo que es más complejo aún ¿A partir de que momento algo se puede considerar OFENSA?
Es algo TAN relativo que cualquier cosa puede ser ofensiva según la persona.
¿Os imagináis qué pasaría si de repente, todos nos diéramos por insultados cada vez que alguien pensara distinto a nosotros?
Yo sería el primero que se sentiría ofendido cuando una serie de señores se están limpiando el culo con mis principios de libertad. ¡Me ofende que quieran prohibir el concierto de Madonna! Y supongo, que un judío, podría sentirse violento cada vez que viera una apetecible pata de jamón en un escaparate. ¿No debería sentirme molesto cada vez que veo a un joven exhibiendo orgulloso su camiseta del Che Guevara? Y lo que es más ¿No podría pensar ese joven que al sentirme ofendido por su camiseta, le estoy ofendiendo? ¿Quién tiene más derecho a ser respetado ¿El o yo?.
Llegaríamos siempre a eso. O prohibimos todo tipo de mensaje, porque siempre va a hacer daño a alguien o damos más valor a unas ideas que a otras. Porque cuando no hay libertad de expresión, es porque hay un grupo con más derecho a mantener sus ideas sin mancillar que otros. Al fin y al cabo, el hecho de que todos podamos decir lo que queramos es, finalmente, una garantía de igualdad. Todos tenemos el mismo derecho a expresarnos libremente. Para preservar ese derecho es necesaria una cosa; tolerancia. Pero tolerancia de verdad, no esa que predican nuestros burócratas de negociar con los terroristas, ni aceptar violaciones a la integridad de los hombres en ciertos países. Se trata de aceptar que otras personas piensen y digan otras cosas, que a veces pueden no gustarnos, pero que tenemos que aceptar para que ellos acepten las nuestras.
Nuestra libertad acaba donde empieza la de los demás. Pero no antes ni después. Cuando olvidamos esto, es cuando nos dejamos pisar y cuando pisamos.
Gracias y que Dios os bendiga a todos.
Fonseca