Por desgracia, la palabra “mamoneo” no aparece en el diccionario de la RAE. Es una carencia importante porque se trata del término que define uno de los principales motores que mueve los gobiernos autonómicos. También se da en el central pero en la pequeña escala donde tiene lugar su apogeo. Revolucionarios de salón, eternos subvencionados y, por supuesto, cajas de ahorros.
Las Cajas de Ahorros son a las entidades financieras lo que Cristóbal Gabarrón a la cultura vallisoletana; las enchufadas. De privadas no tienen ni el nombre. Y sus juntas directivas se nombran a dedo por el gobierno autonómico de turno. En realidad son bancos nacionalizados.
En parte es beneficioso. Porque cuando el dinero pasa de una institución pública a otra, suele irse una buena parte en comisiones. Y funcionarios que tramitan el movimiento. Y funcionata llama a funcionata. Total, que cuanto más sencillo, más barato. El estado reclama lo que es suyo. Gilipolleces las justas.
Que a fin de cuentas una caja de ahorros no es más que el arquetipo de ese mamoneo tan tipical autonomical (no se si existe la palabra pero si no me la invento). Y un cambio de mano no supone nada nuevo. La noticia sería que CCM pasara a ser un banco “como Dios manda”. Pero, antes que eso, va a ser más fácil conseguir que la RAE incluya el término de marras en el diccionario.