martes, mayo 22, 2007

Izquierda progresista

Hace unas semanas he tenido la suerte de viajar unos días a Roma. Una noche coincidí en un restaurante cerca del Panteón con la ejecutiva de la coalición del Olivo y la Margarita (centro izquierda), que estaban de cena tras una reunión preparativa de la convención nacional que tendrían días después. Toda una suerte para mi, que tan pronto me enteré de quienes eran mis vecinos de mesa, giré mi silla para ponerme a hablar con el único que parecía entender castellano.

La sorpresa fue más que grata. Descubrí una izquierda completamente distinta a la que conozco. Moderna, tolerante y moderada. Una izquierda que rompía de raíz con su tradición socialista. Que se unía al carro de los demócratas americanos o los laboristas ingleses. En definitiva una izquierda realmente democrática.

El hecho de que el candidato socialista a la presidencia de Islas Canarias, Juan Fernando López Aguilar, fusilara el programa de Ciutadans per Catalunya y que este nuevo partido esté hablando con un ala del PSOE (encabezada por Rosa Díez) para con su apoyo, presentarse en las elecciones generales, es todo un rayo de esperanza para todos aquellos que queremos tener una izquierda no retrógrada.
En estos tiempos, después de la caída del bloque comunista, resulta desesperante tener como principal partido de la izquierda a un grupo que se define como SOCIALISTA (¿Socialista al estilo nacional-socialista o al de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas?) y OBRERO (es decir, un partido de clase en pleno siglo XXI ¡Manda cojones!). Un partido que en sus convenciones nacionales canta “la Internacional” (Himno de la URSS hasta 1947, bajo estas estrofas Stalin, el genocida, gobernó) y cuyos militantes se autodenominan con orgullo “rojos”. ¿Esto es moderación?.

Bien es cierto que en los ochenta, el PSOE dio un giro radical en su ideario, pasando de posturas netamente marxistas a la socialdemocracia. Habría sido el momento de cambiar también de nombre y empezar desde cero una nueva andadura en el terreno de la moderación. No se hizo ¿Por qué? Porque a muchos nos cuesta ver moderación en unos políticos que ven con buenos ojos campañas como la de Juventudes Socialistas de Castilla y León en la que se da a entender que los votantes de derechas están en un escalón inferior en la evolución humana o los asaltos vandálicos a las sedes populares por parte de manifestantes con pancartas de UGT (sindicato socialista). Da la impresión de que ese acercamiento al centro no es más que una máscara para conseguir votos.

Sin embargo, bajo esas siglas rancias existe una izquierda no sectaria, realmente progresista. La que podemos equiparar con la italiana o la inglesa. Y si las cosas no cambian, puede que vea su sitio debajo de un nombre más amable, en un partido que no tiene que rendir cuentas a ningún viejo revolucionario; “Ciudadanos - partido de la ciudadanía”.


Fonseca

martes, mayo 15, 2007

Google y la Unión Europea

Hola a todos.

Es la primera vez que "pego" en mi blog un artículo que no está escrito por mí. Llevo una temporada con muchas cosas que hacer y prácticamente no tengo tiempo para nada, mucho menos para actualizar este pequeño espacio.

La hipócrita Europa contra Google. (publicado en Libertad Digital http://www.libertaddigital.com/./opiniones/opi_desa_37288.html)

Una vez más, nos llegan noticias de la hipocresía de los eurócratas. La Unión Europea, a través del llamado Grupo del Artículo 29, ha puesto en su punto de mira a Google. Dicho organismo consultivo "independiente" (se ve que se puede serlo a pesar de estar formado por autoridades de los países miembros de la UE y de la propia Comisión Europea) acusa a la compañía de hacer justo lo mismo que las autoridades de los 27 aprobaron que obligarían a hacer a los proveedores de Internet.
Según el Grupo del Artículo 29, Google almacena durante demasiado tiempo los datos de navegación de sus usuarios, por lo que el gigante puntocom puede enfrentarse a una dura multa impuesta por la Comisión. Si quisieran ser coherentes nuestros eurócratas, deberían multarse a sí mismos y al resto de instituciones comunitarias y de los estados miembros por imponer la retención de datos y otras políticas totalmente intrusivas. Pero no lo harán, porque para ellos no valen sus propias normas. No sólo en esto muestran su profunda hipocresía. Hay otra diferencia fundamental.
Con independencia de que tal vez la política de Google en esta materia pueda llegar a convertirse en peligrosa para la intimidad de sus usuarios, estos la aceptan de forma voluntaria. Por muy incómodo que pueda ser, nadie es obligado a utilizar ese buscador o a utilizar cualquier otro servicio de la compañía. Incluso las cookies de los anuncios de DoubleClick pueden ser evitadas configurando el navegador para ello. Con la retención de datos made in Bruselas ocurre lo contrario. Los ciudadanos de los 27 no tenemos la opción de elegir; se nos impone. La aceptamos o la aceptamos. La única salida posible que nos queda es renunciar a vivir en el mundo moderno no conectándonos a Internet ni utilizando el teléfono móvil o fijo.
Además Google resulta al final más de fiar que las autoridades públicas. Les va el negocio en ello. Hemos visto como en diversas ocasiones la compañía no ha dudado en enfrentarse a gobiernos como el de EEUU cuando les han requerido datos de sus usuarios. Saben que si no protegen este tipo de información, muchas personas dejarían de confiar en ellos. Por el contrario, las autoridades pueden aspirar cambiar la normativa de retención de datos en cualquier momento para que funcionarios sin control judicial alguno puedan acceder a los mismos, como ya intentó el Reino Unido. O recordemos que Francia pretendió eliminar por ley la consideración del correo electrónico como correspondencia privada, lo que hubiera supuesto que las autoridades pudieran interceptarlo y leerlo sin limitación legal alguna.
Si el Grupo del Artículo 29 o la Comisión Europea pretenden proteger la intimidad de los internautas, que comiencen por denunciarse a sí mismos y cambiar la normativa comunitaria. El resto no es más que un gesto de cara a la galería por parte de los mayores enemigos de nuestra privacidad. Claro de paso fastidian a Google, compañía estadounidense con la que los políticos de la Vieja Europa demuestran estar obsesionados desde hace tiempo.




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