Hace unas semanas he tenido la suerte de viajar unos días a Roma. Una noche coincidí en un restaurante cerca del Panteón con la ejecutiva de la coalición del Olivo y la Margarita (centro izquierda), que estaban de cena tras una reunión preparativa de la convención nacional que tendrían días después. Toda una suerte para mi, que tan pronto me enteré de quienes eran mis vecinos de mesa, giré mi silla para ponerme a hablar con el único que parecía entender castellano.
La sorpresa fue más que grata. Descubrí una izquierda completamente distinta a la que conozco. Moderna, tolerante y moderada. Una izquierda que rompía de raíz con su tradición socialista. Que se unía al carro de los demócratas americanos o los laboristas ingleses. En definitiva una izquierda realmente democrática.
El hecho de que el candidato socialista a la presidencia de Islas Canarias, Juan Fernando López Aguilar, fusilara el programa de Ciutadans per Catalunya y que este nuevo partido esté hablando con un ala del PSOE (encabezada por Rosa Díez) para con su apoyo, presentarse en las elecciones generales, es todo un rayo de esperanza para todos aquellos que queremos tener una izquierda no retrógrada.
En estos tiempos, después de la caída del bloque comunista, resulta desesperante tener como principal partido de la izquierda a un grupo que se define como SOCIALISTA (¿Socialista al estilo nacional-socialista o al de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas?) y OBRERO (es decir, un partido de clase en pleno siglo XXI ¡Manda cojones!). Un partido que en sus convenciones nacionales canta “la Internacional” (Himno de la URSS hasta 1947, bajo estas estrofas Stalin, el genocida, gobernó) y cuyos militantes se autodenominan con orgullo “rojos”. ¿Esto es moderación?.
Bien es cierto que en los ochenta, el PSOE dio un giro radical en su ideario, pasando de posturas netamente marxistas a la socialdemocracia. Habría sido el momento de cambiar también de nombre y empezar desde cero una nueva andadura en el terreno de la moderación. No se hizo ¿Por qué? Porque a muchos nos cuesta ver moderación en unos políticos que ven con buenos ojos campañas como la de Juventudes Socialistas de Castilla y León en la que se da a entender que los votantes de derechas están en un escalón inferior en la evolución humana o los asaltos vandálicos a las sedes populares por parte de manifestantes con pancartas de UGT (sindicato socialista). Da la impresión de que ese acercamiento al centro no es más que una máscara para conseguir votos.
Sin embargo, bajo esas siglas rancias existe una izquierda no sectaria, realmente progresista. La que podemos equiparar con la italiana o la inglesa. Y si las cosas no cambian, puede que vea su sitio debajo de un nombre más amable, en un partido que no tiene que rendir cuentas a ningún viejo revolucionario; “Ciudadanos - partido de la ciudadanía”.
La sorpresa fue más que grata. Descubrí una izquierda completamente distinta a la que conozco. Moderna, tolerante y moderada. Una izquierda que rompía de raíz con su tradición socialista. Que se unía al carro de los demócratas americanos o los laboristas ingleses. En definitiva una izquierda realmente democrática.
El hecho de que el candidato socialista a la presidencia de Islas Canarias, Juan Fernando López Aguilar, fusilara el programa de Ciutadans per Catalunya y que este nuevo partido esté hablando con un ala del PSOE (encabezada por Rosa Díez) para con su apoyo, presentarse en las elecciones generales, es todo un rayo de esperanza para todos aquellos que queremos tener una izquierda no retrógrada.
En estos tiempos, después de la caída del bloque comunista, resulta desesperante tener como principal partido de la izquierda a un grupo que se define como SOCIALISTA (¿Socialista al estilo nacional-socialista o al de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas?) y OBRERO (es decir, un partido de clase en pleno siglo XXI ¡Manda cojones!). Un partido que en sus convenciones nacionales canta “la Internacional” (Himno de la URSS hasta 1947, bajo estas estrofas Stalin, el genocida, gobernó) y cuyos militantes se autodenominan con orgullo “rojos”. ¿Esto es moderación?.
Bien es cierto que en los ochenta, el PSOE dio un giro radical en su ideario, pasando de posturas netamente marxistas a la socialdemocracia. Habría sido el momento de cambiar también de nombre y empezar desde cero una nueva andadura en el terreno de la moderación. No se hizo ¿Por qué? Porque a muchos nos cuesta ver moderación en unos políticos que ven con buenos ojos campañas como la de Juventudes Socialistas de Castilla y León en la que se da a entender que los votantes de derechas están en un escalón inferior en la evolución humana o los asaltos vandálicos a las sedes populares por parte de manifestantes con pancartas de UGT (sindicato socialista). Da la impresión de que ese acercamiento al centro no es más que una máscara para conseguir votos.
Sin embargo, bajo esas siglas rancias existe una izquierda no sectaria, realmente progresista. La que podemos equiparar con la italiana o la inglesa. Y si las cosas no cambian, puede que vea su sitio debajo de un nombre más amable, en un partido que no tiene que rendir cuentas a ningún viejo revolucionario; “Ciudadanos - partido de la ciudadanía”.
Fonseca