martes, noviembre 16, 2010

¿ Propaganda sionista en el grupo PRISA?

La CNN+, compinchada con el lobby judío, nos ha vuelto a colar propaganda para hacernos creer que Israel es una democracia y un estado de derecho donde los miles de palestinos que están viviendo pueden votar y comprar cosas

Como todo el mundo sabe, la CNN+ es un canal fascista-pepero, con claras tendencias sionistas y un regustillo teocon que va de perlas para acompañar la cena. En su informativo de esta noche hablaban de los preparativos para la “fiesta del cordero” (lamento no poder colgar el link pero no lo encuentro). Se trata de una festividad islámica tan importante que no hay musulman que no tenga ya su animalito listo para cocinar.

Tal es así que algunos comercios israelíes ofrecen promociones tan curiosas como regalar un cordero con la compra de dos televisores. Sí. Has leído bien. En Israel viven musulmanes. Y compran cosas. Cosas como una televisión, que no es un bien de subsistencia, precisamente. Y no deben ser cuatro. Ningún empresario se va a dignar a sacar ofertas para un público objetivo tan reducido.

Se me ocurren dos hipótesis para explicarlo. La primera es que se trate de un negocio regentado por un musulmán (palestino, por ejemplo). En este caso, se demostraría que cualquier israelí, sin importar su raza o religión, tiene derecho a montar su chiringuito como le venga en gana. La segunda es que el dueño de la tienda sea un malvado sionista que se la tenga que envainar porque los islámicos también consumen y están integrados en el mercado. En el de televisiones, al menos.

Bueno… también hay una tercera: la noticia es falsa. La CNN+, compinchada con el lobby judío, nos ha vuelto a colar propaganda para hacernos creer que Israel es una democracia y un estado de derecho donde los miles de palestinos que están viviendo pueden votar y comprar cosas como cualquier hijo de vecino. Efectivamente, es la más posible de las tres. A fin de cuentas, se trata del grupo PRISA, que es derechoso y sionista a más no poder.

martes, noviembre 09, 2010

Sobre la quema de iglesias

Se trata, simplemente, de un puñado de extremistas posteando soflamas anticlericales. Creo que el debate está ahí y no en los límites de la libertad de expresión. Si, en efecto, hay razones para creer que esos radicales pueden pasar a la acción, soy el primero en estar de acuerdo con denunciarlo a los tribunales.

Elentir y Valín discuten sobre la libertad de expresión. El primero defiende que determinados actos de apología de la violencia o amenazas no deberían estar protegidos por ningún derecho. Valín, haciendo suya esa máxima randiana que dice que “las ideas no delinquen”, entiende que incluso los valores más reprobables deben poder ser comunicados.

La cuestión tiene bemoles. Por eso me apetece entrar en el debate aunque llegue un poco tarde. Revisando los textos de Rothbard – el “Curro Romero” del anarcocapitalismo- nos encontramos con el famoso axioma de la no agresión. Tal vez su mayor contribución al liberalismo. A fin de cuentas, lo que defiende todo liberal, con mayor o menor virulencia, es eso: una sociedad libre de coacción.

La agresión, entendida como cualquier intervención sobre el cuerpo o propiedad de un individuo sin su consentimiento, es lo que diferencia una donación voluntaria de la extorsión etarra. Me quedo con el ejemplo porque es bastante ilustrativo. Si lo analizamos, podemos encontrar dos fases. En la primera, el terrorista ofrece a su víctima dos opciones: pagar y callar o resistirse y morir.

Si el extorsionado escoge la opción primera, se libra de cualquier agresión física. Sin embargo nadie se atrevería a decir que ha donado el dinero voluntariamente. La coacción existe. ¿Dónde? En la primera fase. En esa carta con el sello de ETA donde tan sólo se expresa una idea. Es un mero acto de comunicación, sí. Pero el mensaje es tan contundente que merece ser considerado como una agresión del mismo calibre que poner una navaja en el cuello de un pobre infeliz.

¿Qué requisitos tiene que tener un mensaje para ser considerado una amenaza? Para empezar, debe exigir algo al receptor y mostrar una serie de consecuencias si no hace lo que se le manda. En este caso, también debemos hablar de amenazas tácitas. Es decir, que sin necesidad de pedir nada concreto a la víctima, le obligan a cambiar su forma de actuar por miedo.

Ahora bien, para hablar de amenaza tácita es necesario que realmente exista un peligro real. Promover en un grupo de Facebook la quema de iglesias puede ser reprobable. Pero ¿Hay católicos que dejen de ir a misa por que teman que una manada de internautas se organice y prenda fuego a su parroquia? Si entramos en la página de marras, veremos que no existe ningún llamamiento real a la violencia. Se trata, simplemente, de un puñado de extremistas posteando soflamas anticlericales. ¿Se puede comparar, como hace Elentir, con una amenaza de muerte? Creo que el debate está ahí y no en los límites de la libertad de expresión. Si, en efecto, hay razones para creer que esos radicales pueden pasar a la acción, soy el primero en estar de acuerdo con denunciarlo a los tribunales.