Ahora soy un maricomplejines

Así que el anónimo de turno dice que soy un pseudoprogre por no defender el buen nombre del locutor copero vaya donde vaya. Incluso cuando queda como un niñato delante de un humorista de la Sexta. No es un caso aislado sino un fruto de esa mal denominada derecha que de iletrada pasa a ser simple “antiizquierda”.

Desde que tengo uso de razón me han llamado de todo menos “guapo”; gilipollas, facha, freak, incluso algún erudito me ha denominado como un “relativista posmoderno”. Pero hasta antes de ayer nadie me había dicho que era un “maricomplejines” (ver los comentarios del link).

Según el diccionario losantiano, maricomplejines es todo aquel que se avergüenza de su condición derechista y la intenta camuflar con una deriva hacia postulados de izquierdas. Así que el anónimo de turno dice que soy un pseudoprogre por no defender el buen nombre del locutor copero vaya donde vaya. Incluso cuando queda como un niñato delante de un humorista de la Sexta.

Cierto es que no hay que irse a un lado concreto del espectro político para encontrar subnormales. Que en todos los sitios se cuecen habas. Pero el individuo de marras merecía este post. Porque no es un caso aislado sino un fruto de esa mal denominada derecha que de iletrada pasa a ser simple “antiizquierda”. No se trata de defender unas ideas sino de morir con los colores puestos. La política y el fútbol son asín.

Igual que un culero tiene que animar al Barça haga-lo-que-haga, el buen conservata no puede mentar el nombre de Federico en vano ni admitir que, aunque sea por casualidad, Zapatero haya escogido un día una corbata bonita. No. Aquí hablamos de oposición frontal y no de razonamientos lógicos ¡Por Dios, esto es España! ¿Qué debía esperarme?

El follonero de la Sexta intentaba picar a Losantos para demostrar que era un radical. Podría haber sido una oportunidad perfecta para quedar como el hombre lúcido que dirige “La mañana de COPE", con cintura y capaz de darle con un palmo de narices a los chicos de Mediapro. Pero era más fácil soltar un “hijo de puta” para que la “antiizquierda” lo aplaudiera. Y la izquierda también. No cabe duda, "maricomplejos", los justos.