Políticos como los de antes

Pero ahí quedó como diálogo a enmarcar. Y como escena digna del mejor cine clásico. Que presenta a una de las grandes políticas de esta país. Una como las de antes.

Dicen que ya no quedan políticos como los de antes. Que los ochenta-noventa fue una época de grandes oradores. Los años de Reagan y Thatcher, o de Felipe González en España. Tipos que, independientemente de sus ideas, tenían carisma y unos cojones bien puestos.

Dicen que Aznar fue el último de esa hornada. Y que ahora el parlamento se ha convertido en un patio de colegio, de “Zapatero es tonto” y “¡presi, presi… que Mariano me ha pedido las actas de la investigación del 11M…!!”

Sin embargo, de entre toda esa maraña de bocazas, de tolerantes, arribaespañas y su puta madre, destacan algunas honrosas excepciones. Una de ellas, Esperanza Aguirre.

Era impresionante verla el otro día en una visita a un hospital. Paseando por un túnel de sindicatas con sus pancartas corporativas recitando sus mantras “sanidad pública-sanidad pública” como cuando yo tenía seis años y decía en clase “bronca-bronca-bronca-bronca”. La presidenta de la CAM, sin inmutarse, sonreía y trataba de razonar con quien se dejaba. Es decir, nadie.

Finalmente en el pasillo, uno de los típicos payasos que hay en toda manifestación, (no falla ¡en todas hay alguno!) que suelta la típica puntillita supuestamente cómica la gritó:

-¡Esperanza, somos liberales!
- ¡Liberados, sois liberados, que no liberales!

Supongo que el pobrecito no lo entendería. Pero ahí quedó como diálogo a enmarcar. Y como escena digna del mejor cine clásico para presentar a una de las grandes políticas de esta país. Una como las de antes.