“Vanity fair” habla de lo que somos y lo que queremos ser. Y lo hace de una forma tan descarnada y a la vez tan elegante que se anticipa al insulto típico del cultureta de turno y se presenta de antemano como una revista de cosas vanas
Todos los que han estudiado una carrera recuerdan una frase lapidaria que les dijo un profesor “el primer día que llegaron a la universidad”. Es el truco de oro para empezar cualquier discurso. En mi caso fue mi profesora de comunicación escrita la que soltó la perla; “un periodista es alguien que le cuenta a la gente lo que le pasa”.
Lo recordaba esta tarde cuando por fin podía leer un artículo de la “Vanity fair” que compré nada más salió en un quiosco de Gran vía. Porque se trata de una revista que habla de lo que somos y lo que queremos ser. Y lo hace de una forma tan descarnada y a la vez tan elegante que se anticipa al insulto típico del cultureta de turno y se presenta de antemano como una revista de cosas vanas; la feria de la vanidad.
No necesita fingir que habla de temas culturales. Y es que la frivolidad como tal podría dar carrete para varias tesis doctorales. Es humanidad en estado puro. Los reportajes extensos, las fotografías y los anuncios –en muchos casos tan interesantes como los propios artículos- tratan sobre gente con pasta, mujeres bonitas y hedonismo. Alguien dirá que eso no conduce a nada. Pero no hace falta irse a los suburbios para ver lo más bajo del hombre. Ni tampoco lo más alto.
Vanity fair es cruda pero no por eso desagradable. Trata el aspecto más mortal de la realidad y puede que eso sea efímero pero ¿No estamos todos, en el fondo, de paso por este mundo?.
Por esa sinceridad espero que suscite todos los insultos posibles por parte de la intelectualidad. Porque un periodista es alguien que le cuenta a la gente lo que la pasa. Y hay quien prefiere no saberlo.
Todos los que han estudiado una carrera recuerdan una frase lapidaria que les dijo un profesor “el primer día que llegaron a la universidad”. Es el truco de oro para empezar cualquier discurso. En mi caso fue mi profesora de comunicación escrita la que soltó la perla; “un periodista es alguien que le cuenta a la gente lo que le pasa”.
Lo recordaba esta tarde cuando por fin podía leer un artículo de la “Vanity fair” que compré nada más salió en un quiosco de Gran vía. Porque se trata de una revista que habla de lo que somos y lo que queremos ser. Y lo hace de una forma tan descarnada y a la vez tan elegante que se anticipa al insulto típico del cultureta de turno y se presenta de antemano como una revista de cosas vanas; la feria de la vanidad.
No necesita fingir que habla de temas culturales. Y es que la frivolidad como tal podría dar carrete para varias tesis doctorales. Es humanidad en estado puro. Los reportajes extensos, las fotografías y los anuncios –en muchos casos tan interesantes como los propios artículos- tratan sobre gente con pasta, mujeres bonitas y hedonismo. Alguien dirá que eso no conduce a nada. Pero no hace falta irse a los suburbios para ver lo más bajo del hombre. Ni tampoco lo más alto.
Vanity fair es cruda pero no por eso desagradable. Trata el aspecto más mortal de la realidad y puede que eso sea efímero pero ¿No estamos todos, en el fondo, de paso por este mundo?.
Por esa sinceridad espero que suscite todos los insultos posibles por parte de la intelectualidad. Porque un periodista es alguien que le cuenta a la gente lo que la pasa. Y hay quien prefiere no saberlo.
2 comentarios:
Bien está que compartas gustos con Boris Izaguirre. Un paso más hacia la corriente prisaica.
Me ha llamado la atención que este post tenga la etiqueta de Postmodernismo.
Un beso.
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